Seguro que has visto o escuchado muchísimas veces, que todos algunas vez en nuestra vida, deberíamos viajar solos, experimentar esa sensación de estar nosotros contra el mundo haciendo algo que en principio, siempre pensamos hacerlo en compañía de nuestros seres queridos, ya sea dentro de nuestro propio país o fuera de él.
¿Os habéis planteado alguna vez salir de vuestra zona de confort? ¿De dejar a un lado el miedo qué os provoca afrontaros solos a una experiencia así? ¿De olvidarnos por un momento de lo que según la sociedad está bien visto?
Es probable que al pensar en llevar a cabo un viaje solo, de antemano solo te lleguen a la cabeza ideas de todo lo negativo que te puede ocurrir y si se trata de un viaje al extranjero, parece que se multiplica x10 ¿no es así? Estamos acostumbrados a salir acompañados y en muchas ocasiones, cuando queremos hacer algo pero no tenemos con quien hacerlo optamos por olvidarlo.
ERROR. Esa no es la actitud, ¿por qué dejar de hacer lo que nos llena por ir solos, por el miedo al qué dirán? Nosotros mismos somos la persona más importante de nuestra vida y tenemos que aprender que hay situaciones que requieren que aprendamos a estar solos, y esto no significa que sea malo, sino todo lo contrario.
Viajar solos no significa que no tengamos amigos, hay miles de motivos detrás que te llevan a hacerlo. Por ejemplo, no siempre se alinean los planetas para que tu y tu grupo de amigos podáis ir de viaje a un sitio concreto, en ocasiones por falta de disponibilidad en vuestras agendas, otras porque se hace imposible coincidir, por cuestiones económicas u otras, simplemente, porque vuestro deseo de visitar x lugar no se corresponde con el de la otra persona. ¿Te vas a quedar sin hacer lo que tanto tiempo llevas soñando por todo esto? No.
Viajar solo es una de experiencias enriquecedoras que te ayuda a encontrarte contigo mismo, a conocerte mejor, a descubrir hasta dónde eres capaz de llegar sin la ayuda de nadie, a retarte a hacer todo aquello de lo que no te veías capaz, a ponerte a prueba, a dejar de depender de otras personas para disfrutar de todo lo que te hace feliz y por supuesto, mejora tu autoestima. Además, ¿quién te dice que no conocerás a gente estupenda una vez que te lanzes a la aventura?
Olvídate de todo lo que te hace echar el freno y arriesgate.